Cumplimos 90 años y estamos cerca al I Centenario educando niñas y jóvenes de nuestra región y país en un contexto de profundas y grandes transformaciones tecnológicas, sociales, culturales y económicas. Sea esta oportunidad para celebrar con alegría por los logros alcanzados, pero también para reflexionar sobre el papel de la escuela en estas grandes transformaciones que, contrariamente, a los avances de mundo globalizado y digitalizado, donde las barreras de la comunicación se abrieron en todos los idiomas y acceder a la información se hace cada vez más fácil, la escuela parece haberse detenido en el tiempo. Entonces, a nuevos contextos y nuevas demandas educativas se imponen, impostergablemente, grandes desafíos que enfrentar como escuela católica mariana y franciscana para seguir evangelizando y educando en un mundo que, peligrosamente, se deshumaniza, en una sociedad cuyas brechas sociales, tecnológicas y económicas se acrecientan en perjuicio de los que menos tienen.
Noventa años llenos del amor y esperanza de la Virgen del Rosario, nuestra madre, que nos invita a reafirmar nuestra vocación de servicio para seguir bregando en la construcción del reino de Dios, pensando en el hermano y aceptándonos como tal; cuidando con sumo esmero la maravillosa creación de Dios, nuestra casa común, al estilo de francisco de Asís, pues éste es un deber ineludible de toda la familia rosarina.